Sempre és interessant llegir les reflexions sobre educació del pedagog i ninotaire italià Francesco Tonucci, aquí entrevistat fa uns dies pel diari Público.
Desde que comenzara sus estudios de pedagogía
en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, Francesco
Tonucci (Fano, 1940) ha compaginado su carrera profesional entre la
enseñanza y la investigación en la rama de psicopedagogía. Entre sus
contribuciones más destacadas a esta ciencia se encuentra el estudio del desarrollo cognitivo de los niños y su aplicación práctica en las metodologías educativas.
Tonucci daría el salto al reconocimiento mundial en 1991 por su obra La ciudad de los niños,
en la que abordaba la realidad urbana mundial y proponía un modelo
alternativo al declive de nuestras ciudades en torno a los niños como
eje centralizador del urbanismo. A través de un proyecto experimental en
su localidad natal, el psicopedagogo logro tejer una red transnacional de alrededor de 200 “ciudades de los niños” que se extiende a lo largo de Italia, España, Argentina, Uruguay, Colombia, México, Perú, Chile y Líbano.
Aprovechamos su paso por Madrid, en las
jornadas educativas organizadas por Integratek, para abordar cuestiones
como el modelo educativo actual, la ausencia de unas aulas que atiendan a
la diversidad del alumnado y experiencias como la de Pontevedra que rompen con el tradicional desarrollo urbano de nuestras ciudades.
En las jornadas organizadas por Integratek pretende abordar la diferencia en las aulas. ¿Cuáles diría que son los pilares fundamentales de una escuela que educa en la diversidad?
Lo primero sería aceptar la diversidad como un
valor y no como un problema, reconociendo que todos los alumnos son
diferentes. En esta definición de diversidad existe la trampa de
considerar que hay una mayoría de alumnos iguales y algunos distintos
como los discapacitados, extranjeros o los superdotados. Esa es una
manera muy pobre de considerarla. La diversidad es un derecho recogido en la Constitución Española en su artículo 27, que establece que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana.
¿La escuela actual está cumpliendo ese precepto constitucional?
La vocación de la escuela va en el sentido
contrario a la Constitución. La educación mira por la igualdad, no por
la diversidad. El conjunto del modelo parte de una propuesta del maestro
para el conjunto de los alumnos y mide cuántos han sabido aprovechar
esa propuesta. En nuestra escuela actual solo se mide la calificación y no el progreso de un alumno.
Una persona que partía con un 2 y ha llegado a tener una capacidad de
6, tiene el doble de mérito que una que solo supere un peldaño.
¿Cuáles son las mayores necesidades del profesorado a la hora de tratar la diversidad dentro del aula? ¿Se trata únicamente de un cambio organizativo o un cambio de actitud del profesorado?
Se suele hablar de la necesidad de las
reformas y yo soy partidario de que lo que necesitamos son buenos
maestros, que no es lo mismo. En Italia y España, todos los gobiernos
han tratado de modificar la educación atendiendo a programas o ciclos.
Ha cambiado todo, pero lo que no ha cambiado es la escuela misma. La escuela de hoy se parece demasiado a la escuela que viví hace 70 años.
Esto es intolerable, porque una buena reforma nunca podrá obligar a un
mal maestro a hacer una buena escuela, así como un buen maestro sí
resiste a las malas reformas. Esto significa que todas las fuerzas
deberían concentrarse en lograr una buena formación del profesorado.
En sus obras también reflexiona sobre la importancia de la primera etapa en la escuela, pero sigue sin ser de escolarización obligatoria.
Investigaciones científicas como las de
Jerome Bruner, psicólogo y pedagogo estadounidense, aseguran que cuando
un alumno entra por primera vez a la escuela a los 6 años ya tiene
desarrolladas más del 80% de sus capacidades y potencialidades. Con lo
cual, los mejor valorados y mejor pagados deberían ser los maestros y maestras de educación infantil. En nuestros países sucede exactamente lo contrario, son los que más trabajan y los peor valorados.
En España solo nos preocupa la educación cuando los informes señalan las deficiencias del modelo educativo. ¿Es PISA útil para conocer la salud de nuestra educación? ¿Debería ponerse el foco en otros aspectos?
PISA nace de una idea de escuela de iguales que no comparto, evaluando un abanico muy estrecho de competencias (lengua, ciencias y matemáticas) y dejando fuera a la mayoría de alumnos que tienen otras potencialidades.
En España, sindicatos y profesorado están alertando acerca de la segregación escolar que está produciendo el bilingüismo. ¿Cuál es su opinión de este modelo?
Sin conocer el modelo en profundidad,
distorsiona mucho el objetivo de la escuela. Esto forma parte de un
modelo que cree que la solución al fracaso escolar es sumar más materias
o más idiomas, pero el objetivo de la escuela es mucho más profundo y
pretende desarrollar personas. Poner la lengua extranjera como lengua base para estudiar supone una selección muy fuerte del alumnado.
Hay niños que proceden de capas muy desfavorecidas de la sociedad y
debemos velar por una escuela pública de calidad que vele por ellos.
Uno de sus mayores logros ha sido exportar fuera de las aulas todo un modelo de convivencia en las ciudades en torno a la autonomía de los niños. ¿Se tienen en cuenta las necesidades de los niños a la hora de realizar los planes de urbanismo?
Las ciudades han utilizado hasta ahora como
modelo principal las exigencias de un hombre adulto varón trabajador,
olvidándose de las mujeres, los niños, los ancianos o las personas con
discapacidad. Por tanto, plantear al niño como modelo de ciudad supone plantear conflictos con los coches
para que dejen de mandar en las ciudades. Debe ser más fácil pasear que
conducir y más fácil jugar que tener preocupación y miedo.
Algunas ciudades españolas han puesto en marcha su proyecto de “la ciudad de los niños”. ¿Cómo valora experiencias como la de Pontevedra con los caminos escolares?
Pontevedra es un ejemplo muy interesante de
cómo la política puede perjudicar al coche y ganar votos, manteniéndose
el mismo equipo de gobierno durante cinco legislaturas seguidas. En
pocos años cambió radicalmente las características de la ciudad, pasando
de una ciudad totalmente invadida por coches a una ciudad donde el
espacio privilegiado es de los peatones. Mientras que en la ciudad
moderna se ha privatizado y desaparecido el espacio público, Pontevedra ha recuperado el espacio público para la mayoría.
Trasladarse en coche en Pontevedra es muy complicado e incómodo,
mientras que es muy fácil moverse caminando o en bicicleta. Es una
ciudad donde los niños pueden ir a la escuela caminando sin adultos.
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