(Article d'opinió d'aquesta professora d'institut de Llengua i Literatura, analista política i llicenciada en Filolofia Hispànica, aparegut al diari El País del passat 12 de juliol).
Sentado junto al Ministro de Educación, el secretario general de la
OCDE, Ángel Gurría, afirmó que “los universitarios españoles tienen un
nivel comparable a los estudiantes de secundaria de Japón”. Busco algún
dato que avale esta información y resulta que el estudio —todavía no
publicado— procede de una Fundación denominada Conocimiento y Desarrollo
que está presidido por Ana Botín, consejera del grupo Santander y
miembro del Consejo de Administración de Coca-Cola. De esta fundación
forman parte, también, un nutrido grupo de grandes empresas españolas
que buscan, entre sus objetivos, adecuar el sistema universitario al
mercado laboral.
En la misma comparecencia, el secretario de la OCDE se manifestó a
favor del copago universitario y de convertir las becas actuales en un
sistema de préstamos a devolver por el estudiante. Los medios de
comunicación “compraron” inmediatamente el escandaloso titular y casi
ninguno citó que se trataba de un estudio de un grupo empresarial. Junto
a esta noticia, que desacreditaba el conjunto de la Universidad
española, se relacionaba el paro con la sobretitulación o la titulación
equivocada de nuestros jóvenes y no con el modelo productivo de nuestro
país. Al parecer hay millones de puestos de trabajo pero nuestros
jóvenes, ay, tienen titulaciones equivocadas. Debe ser por eso por lo
que en medio mundo se les recibe con los brazos abiertos mientras que en
nuestro país el mercado laboral los expulsa.
Varios días después se dio a conocer un informe sobre la educación
financiera de los jóvenes de 15 años y en el que los estudiantes
españoles han quedado en la cola. Esta vez sí se trata de un informe de
la OCDE solo que no es un informe global sino reducido a una quincena de
países. Nuevamente mi sorpresa es que el BBVA patrocina estos estudios y
su presidente, Francisco González, afirma que “la educación financiera
es una tarea colectiva”. El caso es que los alumnos que tenían cuentas
corrientes en bancos (al parecer un 50% de la muestra) sacaron muchos
puntos de ventaja sobre el resto. Pero la desigualdad social no es algo
que preocupe en absoluto a la OCDE ni a sus estudios, lo importante son
los resultados, la competencia, la evaluación numérica, que no
evolutiva, de los alumnos. Según González, la educación financiera es
“una parte muy importante de lo que es una sociedad en cuanto a tomar
decisiones informadas en cuanto a su ahorro, en cuanto a su gasto. Hace
que los ahorradores sean más consistentes y que los deudores sean mucho
más responsables en el tiempo”. O sea que la labor de la educación es la
simple integración en el mercado laboral y la de formar ciudadanos que
paguen a los bancos.
Me informo de que han empezado a emerger empresas evaluadoras,
compraventa de pruebas valorativas, cursos especializados para que los
centros obtengan resultados superiores al calor de esta fiebre
cuantificadora del sistema educativo. En algunos países asiáticos ya se
someten a pruebas de hora y media de duración a niños de seis años.
Desde pequeños hay que inducirlos a competir en el mercado. En vez de un
nombre, una historia, una cultura, serán un número en la escala global
que les otorgará su lugar exacto en el mercado laboral.
La mercantilización de la educación no es ya una tendencia sino una
realidad que se expone con descaro y sin el menor respeto a la comunidad
educativa. La opinión del profesorado, de la pedagogía, de las ciencias
sociales no cuenta para nada en el diseño educativo. Son las empresas y
la banca los que diseñan la orientación y las materias que se imparten.
La educación como proceso de formación del ser humano, de transmisión
de cultura, conocimientos, creatividad y crítica ha sido suprimida sin
contemplaciones. No hablemos ya siquiera de su valor como equilibrador
social y como igualdad de oportunidades. Por eso, la OCDE que no la
Unesco ni algún organismo internacional de rostro más humano ha ocupado
el lugar de autoridad educativa mundial. A no ser que se produzca un
movimiento de regeneración educativa, aviados vamos entre el inmovilismo
de la vieja escuela y la mercantilización brutal de nuestro futuro.
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