(Entrevista per a la revista digital "cuerpomente.com" a la filòsofa i pedagoga Anna Forés, i al neurocientífic David Bueno).
Son muchas las voces que reclaman una adaptación del sistema educativo. Anna Forés, doctora en Filosofía y licenciada en pedagogía; y David Bueno, doctor
 en biología e investigador de genética, ambos profesores en la 
Universidad de Barcelona y catedráticos de Neuroeducación UB-EDU1ST, 
defienden que conocer el cerebro es la clave y proponen que estas mejoras tengan en cuenta los últimos descubrimientos de la neurociencia. 
“Comprender cómo el cerebro logra fijar todo aquello que aprendemos, 
qué nos motiva, qué función tienen las emociones durante el aprendizaje,
 cómo maduran las redes neuronales, entre otros, permite comprender por 
qué ciertas estrategias educativas funcionan mejor que otras que, 
incluso, pueden llegar a tener consecuencias indeseables a medio y a 
largo plazo”, aseguran Anna Forés y David Bueno.
–¿Queda mucho caminio por recorrer?
–Sí, sobre todo en la aplicación de los descubrimientos de la 
neurociencia en el aula. Pero también hay muchas escuelas y 
especialmente muchos maestros que ya han entrado en el mundo de la 
neuroeducación y que están realizando experiencias educativas muy 
interesantes.
–¿Cómo creen que está afectando la situación actual de pandemia en la escuela tanto a maestros, niños y padres?
–Las escuelas están sometidas a muchas presiones y aún más ahora con la 
pandemia. Hemos pasado por diferentes etapas. Ahora hay que apoyar y 
cuidarnos más que nunca los unos de los otros, trabajar la salud 
emocional y mental a parte de la física.
Respetando las necesidades sanitarias, debemos estar muy pendientes del 
estado emocional con que nuestros estudiantes viven los aprendizajes, 
del mismo modo que debemos cuidar el nuestro apoyándonos los unos a los 
otros.
–Uno de los grandes problemas en la actualidad es el fracaso 
escolar. ¿Qué diría la neuroeducación y ustedes como expertos al 
respecto?
–Se ha demostrado que si hay vínculo, es muy difícil que el chico o la 
chica abandone. Por eso se han de fortalecer los vínculos en las 
escuelas, tanto entre compañeros, entre los estudiantes y sus 
profesores, con las familias, etcétera.
Los estudiantes tienen que
 sentir que la escuela es su espacio, un espacio que les acoge, un lugar
 donde se sienten bien, un sitio donde se les estimule sin 
sobre-estimularlos y en el que sienten el apoyo de sus maestros.
–¿El
 auto-concepto es clave en cualquier proceso de aprendizaje? ¿Qué 
medidas puede tomar la escuela para cuidar la autoestima de los niños? 
¿O depende más de los padres?
–Para educar hace falta una “tribu”. Por lo tanto, si sumamos los 
esfuerzos de la familia y el de los maestros haremos un gran trabajo, 
especialmente pensando en los chicos y en las chicas.
Si los 
adultos confiamos en ellos, en sus capacidades y en sus propias 
decisiones, reconduciendo todo lo que consideremos oportuno, pero 
siempre desde el respeto y la confianza mutua, los estudiantes confiarán
 también en sí mismos y esta autoestima se traduce, no solo en mejores 
rendimientos académicos, sino también en una mejora en su construcción y
 autoconstrucción como personas integrales.
–Hablan de la 
importancia de las funciones ejecutivas como un elemento determinante en
 el éxito de los niños y las niñas en la vida. ¿Qué son las funciones 
ejecutivas y de qué depende desarrollarlas?
–Las funciones ejecutivas comprenden un conjunto de capacidades 
cognitivas imprescindibles como por ejemplo la capacidad de planificar 
futuros alternativos, reflexionar sobre los pros y contras de estas 
posibilidades, tomar decisiones basadas en estas reflexiones y no sólo 
en la inmediatez del momento, adecuar el comportamiento para llevar a la
 práctica las decisiones que tomamos –lo que implica una gestión 
emocional– y flexibilizar las respuestas –lo que se llama flexibilidad 
cognitiva– para poder adaptarlas y readaptarlas a los cambios que se van
 produciendo.
Son
 las funciones cognitivas más complejas y son las últimas en madurar. Y 
las debemos empezar a trabajar desde pequeños para ir ejercitándolas. 
¿Cómo? Muy fácil: usándolas. Cada vez que dejamos tiempo a nuestros 
alumnos para que planifiquen, reflexionen, decidan, etcétera, cada vez 
que les ayudamos guiándoles a que realicen estas actividades, se activan
 las redes neuronales que las sustentan, lo que las fortalece y hace que
 se establezcan conexiones nuevas que incrementan su eficacia. Por 
supuesto, todo esto siempre adaptado a la edad de los alumnos, puesto 
que estas capacidades van madurando lentamente.
–La imaginación es una de las mejores herramientas para desarrollar el cerebro. ¿Se cuida poco en la educación infantil?
–Quizás en la educación infantil se tiene presente, pero luego la 
abandonamos. La imaginación es una herramienta muy poderosa y muy poco 
trabajada en el ámbito educativo. Cuando imaginamos algo, en el cerebro 
se activan simultáneamente redes neuronales de la memoria y de la 
creatividad. Dicho de otro modo, neuronalmente la imaginación consiste 
en combinar de manera novedosa, creativa, experiencias y conocimientos 
que hemos adquirido previamente.
Por eso, para cultivar la 
imaginación, es importante tanto la adquisición progresiva de 
conocimientos como la vivencia de experiencias enriquecedoras de forma 
que estos conocimientos no sean anquilosantes y se produzcan mediante 
actividades creativas como el arte, la música, entre otras para que el 
cerebro potencie todas estas redes neuronales y “aprenda” a usarlas 
conjuntamente.
–Parece que el ejercicio, el juego por el 
juego, el dibujo y la música pueden ser instrumentos fundamentales en el
 desarrollo del cerebro del niño. En cambio, nuestra educación los deja 
un tanto de lado. ¿Es así?
–Todo es clave para aprender. El juego no deja de ser el disfraz del 
aprendizaje como dice el gran Francisco Mora, pero también sabemos de la
 importancia de tocar instrumentos musicales y de la parte artística 
para un desarrollo pleno del ser humano. Nada es secundario en 
educación. El juego, por ejemplo, es la forma instintiva que tenemos de 
adquirir conocimientos nuevos.
Lo que sucede es que el cerebro recompensa los aprendizajes con 
sensaciones placenteras, lo que convierte el juego en divertido y les 
estimula a seguir jugando para seguir aprendiendo. No significa que 
deban estar todo el rato jugando, sino que los aprendizajes y las 
experiencias se las debemos transmitir con dosis de recompensa por el 
esfuerzo hecho para mantener este instinto de aprendizaje. El dibujo es 
también crucial. No sólo promueve la creatividad, sino que el arte 
activa zonas de abstracción del cerebro que después van a poder ser 
usadas en otras muchas actividades.
Con respecto a la música, 
estimula zonas lingüísticas –es un lenguaje en sí misma–, de lógica y 
matemática –que se encuentran en sus ritmos–, emocionales –y las 
emociones son cruciales para realizar aprendizajes eficientes–, de 
creatividad, etcétera. Es una de las mejores gimnasias para el cerebro. Y
 el ejercicio físico, no solo es importante para el desarrollo del 
cuerpo, sino también para la integración de la mente (el cerebro) y el 
cuerpo, e incluso se ha visto que favorece las funciones ejecutivas.
–¿Qué sería necesario para facilitar la introducción de estos conocimientos en el sistema educativo actual?
–Primero respetar los ritmos de los chicos y de las chicas, hacerles 
partícipes de las decisiones educativas y abrir las escuelas a la 
sociedad. También divulgar estos conocimientos entre los docentes y en 
la sociedad en general. Y, por supuesto que estos sirvan para inspirar 
los currículos educativos combinados con todo el bagaje pedagógico 
imprescindible que ya se viene usando.
–¿La integración es
 importante en educación? ¿Significa que un niño o una niña con altas 
capacidades debe estar con otros niños y niñas y al revés?
–La educación es inclusiva por definición. Cada persona es única por lo 
que la educación debe permanecer abierta a la convivencia de las 
diferencias. No sólo hay que respetarlas, sino aprender aprender a 
través de ellas. La escuela tiene que ser un lugar de encuentro de 
singularidades que conforman la sociedad. Lo que no obsta para que los 
maestros deban adaptar los ritmos de aprendizaje a cada situación.
A
 una niña o a un niño con altas capacidades hay que proporcionarle retos
 más difíciles para que no se aburra, del mismo modo que a un niño o a 
una niña que muestra alguna dificultad de aprendizaje hay que 
proporcionarle retos que, manteniendo el reto, sean adecuados a sus 
posibilidades. Lo importante es que mantengan la sensación de reto y de 
recompensa por los logros que adquieren, sean muchos o algo menores.
–¿Desde vuestro punto de vista, qué cualidades definen mejor a un buen maestro?
–Un buen maestro es, para nosotros, el que ama su profesión, el que es 
consciente de la gran responsabilidad que es educar, el que trata a cada
 estudiante como único y es capaz de transmitirles confianza, seguridad y
 reto. Reconocernos como seres únicos e irrepetibles con nuestras 
limitaciones y nuestras potencialidades e interiorizar con honestidad 
que la educación es la llave para transformar el mundo. Este es el gran 
reto y la gran responsabilidad de la educación y de los educadores.